Todos los domingos nos congregamos para adorar a Dios, buscando que todo el culto de adoración esté gobernado por las escrituras, donde Dios mismo nos instruye y dirige respecto a la adoración aceptable.
Por lo tanto, nuestros cultos se caracterizan por lo que los antiguos llamaron "sencillez en la adoración evangélica", e incluyen los siguientes elementos:
Cantamos a nuestro Dios y Salvador mediante himnos, salmos y cánticos espirituales (Efesios 5:19).
Buscamos su rostro en oración (1 Timoteo 2:1, 8 )
Escuchamos reverentemente la Palabra de Dios mediante su lectura, enseñanza y predicación (2 Timoteo 4:1-2)
Celebramos la Cena del Señor frecuentemente, recordando la muerte de nuestro Señor y participando espiritualmente de Él (Hechos 2:42).
No buscamos en ninguna de nuestras reuniones hacer un gran espectáculo de la religión, ni exaltar al hombre, ni a a los pastores, sino al Trino Dios solamente.
Tal vez muchos se acostumbren a ir a la iglesia para experimentar una gran descarga emocional, a que les hagan reir, llorar, gritar, bailar etc., pero creemos que las escrituras demuestran claramente que el Señor obra por su Espíritu Santo a través de las escrituras para edificación, de tal manera que nosotros no tenemos licencia a manipular emocionalmente a las personas con música diseñada para producir un efecto emocional, ni poner un ambiente en el que uno "despeja la mente." Más bien, entendemos que Dios nos manda a usar nuestras facultades mentales en la adoración, y que las facultades mentales son la vía por la cual la verdad de Dios llega hasta el corazón para producir asombro por la obra de Cristo, reverencia, amor por el Señor, y transformación en semejanza a Cristo.
No recogemos ninguna ofrenda durante el culto, sino que cada persona deposita su ofrenda en una caja de manera personal y privada, conforme a cómo el Señor le guíe. No creemos en el "evangelio de prosperidad", y en el culto jamás exigiremos a las personas a dar, ya que esto es algo privado que debemos hacer "sin que la mano izquierda sepa lo que hace la derecha." (Mateo 6:1-4)
Entendemos que no estamos bajo las leyes civiles y ceremoniales del pueblo de Israel, así que no creemos que el diezmo siga como una ley vigente para el pueblo de Dios, sino que bajo el Nuevo Pacto, somos mandados a dar alegremente, no por obligación. Confiamos en que Dios sabe guiar mejor a su pueblo respecto al dar, y que la gracia de Dios puede y debe mover a los creyentes a proveer para los ministerios y necesidades de la iglesia mucho más que la ley.
En nuestras reuniones conocerás a hermanos vestidos formalmente, informalmente, con mezclilla y playeras, con corbata y saco, y algunos que llegan directo del trabajo aún llevando puestos sus uniformes.